miércoles

llevé el muñequito hasta la dirección correspondiente. Chau muñequito. Bajé el ascensor y me senté en un barcito a leer la historia de un tipito que meditaba y dejaba a su padre para encontrar la doctrina que lo llevaría al Yo, pero no le funca, y se quiere enamorar, pero tampoco le funca, entonces paga una tutora de labios como higo, así decía él, yo no la conocí a Kamala, pero ella tenía labios como higos, parecería, y era una experta en el arte amatorio, pero su Yo ahí no reposaba, entonces sigue rumbo a otro pueblo, dejando el comercio que había puesto y blá.
Blá bla blá, terminé mi sprite. Los autos pasaban levantando asfalto por las avenidas. El gentío de uniformados me pateaba la mesa. Y yo intentando seguirle el camino a este tal Siddartha, un pibe zen, que busca algo que no encuentra por ningún lado, y recién ahí me llegaron las palabras de martín, que había pronunciado dos días atrás, a medio metro de distancia. Tan cerquita que perdieron rumbo, para soplarse hoy, a las siete de la tarde, en un cafecito del microcentro. Maga, todo fue una intriga de predestinación, y te hacés la sorprendida del desenvolvimiento de las cosas, peroporfavorsiseráposible. Seguí leyendo dos capítulos más, a ver si este indio ubicaba en el algún sitio lo que tanto anhelaba. Llamé al mozo, pagué la cuenta y me volví casa. En esta movie de mis relaciones, seguramente el espectador objetará: la minita encontró y reniega de su búsqueda. el guión es impecable, y sin embargo la protagonista llora y llora. que nos reembolsen la papota. Bueno, bueno, que es asunto mío, ¡y yo no pedí este papel!, o sí, o no me acuerdo, o mejor no acordarse.

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