martes

Occidente

Ayer por la noche te alejaste en el tren de las dos de la mañana
una señora a los gritos, en la escalera lindante a la autopista,
sentenció ¨se va el último¨
ignorante de mí, señora
el primero de tantos, pensé
baje la voz,por favor. Molesta.
Una pena junto a dos niños, subieron
el azul marino del traje de un anciano,
Lomas inmiscuido en la conversación candente de una pareja,
el rabo polizonte de una cruza de labrador y doberman,
un malétín desbalanceado sobre un tipo oscuro,
el maquillaje revuelto y su murguero
el inalterable silbido del Chancho,
tu boca prendida a tu espalda
se cargó el tren
virgen de ellos.

¿Último, usted dice?
Comienza un barrio sin mi vuelta
unos codos sin mi cama
el sueño premonitorio de siempre sin los cuentos
su embriaguez alarmante vacía del tinto de madrugada

Vuelva señora a su casa,
e imagine mis días después de ese tren.
Anhelará compartir una copa mañana temprano,
con lo poquito de mí que se queda; lo que comienza a crecer
cerca de usted,
cerca de la escalera lindante a esta autopista,
cerca de lo primero que se asome,

intimidante instante del primer recuerdo de aquello

materializándose en las sombras de allá lo lejos,
bien al fondo.

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