Hice dedo dos días, sentada en una pista de aterrizaje, a los aviones que llegaban a la isla. dos días de insolación. dos días sin playa. dos días.
Tomé un avión a caracas, tomé un taxi, un metro, otro metro, un remis, otro avión a san pablo, otro avión a portoalegre, otro avión a montevideo, un bus a maldonado, un bus hasta su casa. Todo esto en menos de 24hs. Una mochila que superaba mi peso. Un virus a punto de explotar.
Y había algo que me decía que no, desde el momento en que Carlitos me ayudo a ponerme la mochila y corrí hacia la avioneta que me daba el ok, te alcanzamos, algo revolvía la panza. Me acuerdo latente el malestar y el no querer llegar. Recuerdo Uruguay desde allá arriba. No quería bajarme, quería dormir.
Porque en el fondo uno sabe con las cartas que juega.
Porque no hay derecho a la sorpresa.
Pensaste que era amor, mentira loca, sabías que no había.
Ahora me reflejo en la ventana en pijama, ojerosa, y con 5 kilos menos, y me digo cabizbaja: Jodete. Jodete, Maga, jodete.
Es como bien decía, no le podés dar la 10 a cualquiera.
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