En esos períodos de sombra, soy incapaz de pensar, de sentir, de querer. No sé escribir más que algoritmos o hacer rayas. No siento, y la muerte de alguien a quien yo amase me daría, en esos momentos, la impresión de haberse cumplido en una lengua extranjera. No puedo; es como si durmiese y mis gestos, mis palabras, mis actos ciertos, no fuesen más que una respiración periférica, instinto rítmico de un organismo cualquiera.
Así se acumulan días sobre días, y no sabría decir cuánto de mi vida, si sumase, no se habrá pasado de ese modo. A veces me sucede que, cuando me desvisto de este paraje de mí, tal vez no esté desnudo como supongo, y haya todavía prendas impalpables cubriendo la eterna ausencia de mi alma verdadera; me sucede que pensar, sentir, querer también pueden ser estancamientos ante un pensar más íntimo, un sentir más mío, un deseo perdido vaya a saber en qué tramo del laberinto que realmente soy.
Sea como fuere, lo dejo ser. Y al dios o a los dioses que haya, encomiendo lo que soy, tal como la suerte manda y el acaso quiere, fiel a un pacto olvidado."
Pessoa
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