volvimos caminando por la callecita de baldosas flojas y cucarachas suicidas
en la puerta de casa besó mis ojos, nariz, boca, y soltó ¨la imbecilidad sobreviene tan pronto uno comienza y otro sigue el feo juego de regodeo en la lucidez¨. Intenté contestar pero nada salió; tiempo hace que no grito.
Nos vemos mañana, prendió un pucho y paró el 15 a mitad de cuadra.
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