Me senté con los bolsos a orillitas de un almacén a esperar no se qué, me pasó muchas veces en el viaje. ¿Hay un nudo? nos sentamos con un cigarro a ver si la vida lo puede desanudar sola.
LLevaba dos horas en el mismo lugar, y no pasaba ná y no me preocupaba que no pasara ná.
Una camioneta se estaciona delante mío, y ya no puedo siquiera ver quien viene y quien va. Y tampoco me preocupaba no poder ver quien venía ni quien se iba. Ni atinè a mover la cola dos centimentros para espiar un huequito de ruta.
Se aparece Poly con un - Flaca, vamos para el puestito hasta que caiga algun bus.
No. Ese era mi lugar en el mundo esa tarde. Mi escalón, mi cigarro y mi mochimundo.
El señor termina de descargar su camioneta. Llevaba hora y media subiendo y bajando cartones de leche. No se qué problema habìa de stock en un pueblo de dos casas por dos, pero vaya que caminaba ràpido sacando cuentas y tickets.
- Señor, voy al sur, a qué hora pasa el bus que me deja en Santo Domingo?
- Falta, pero subite, que si no te molesta acompañarme a repartir leche en un par de pueblos más, en hora y media estàs ahi.
se aflojò la soga.
nos fuimos por la ruta del sol, llevando leche a las tiendas, hablando de piñas y melocotones. Me invitò a almorzar una sopa en un puestito perdido entre tanto verde esmeralda, y seguimos bajando.
en eso, por la ruta màs màgica de america, veo una casita de material y chapa, chiquitita, al costado de una palmera y a 200 metros del mar. Pasamos ràpido pero alcancè a leer con aerosol, en uno de sus costados:
TE VOY A CONSTRUIR
UNA CASITA EN EL AIRE.
UNA CASITA EN EL AIRE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario